Monday, October 31, 2011

Mano a mano con la autora de El Elegido

La historia de poder e intrigas protagonizada por Pablo Echarri llega esta noche a su fin. En diálogo con ElArgentino.com, la guionista Adriana Lorenzon revela qué quiso contar con esta historia. Defiende la ley de medios y da su visión de los políticos reales. 


El camino de Andrés Bilbao por encontrar la verdad y derrotar al mal que encarna Oscar Nevares Sosa llega esta noche a su fin. Desde las 23, Telefe transmitirá el episodio final de El Elegido, la telenovela protagonizada por Pablo Echarri, Paola Krum y Leticia Bredice que tocó temas espinosos como el autismo, la lucha de los pueblos originarios por sus tierras y la violencia contra la mujer.

Quien estuvo detrás de las aventuras de los personajes es Adriana Lorenzon, una guionista con trayectoria en la televisión argentina. En diálogo con
ElArgentino.com, hace un balance del trabajo realizado durante estos meses, cuenta cómo hizo para abordar temáticas complejas en un formato popular y hasta se anima a trazar analogías entre el mundo de la ficción y algunos políticos de la vida real. Además, dice que acompaña al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y explica por qué defiende la ley de medios.

ElArgentino.com: ¿Qué balance hacés de tu trabajo como autora de El Elegido?

Adriana Lorenzon: Fue un trabajo muy fuerte porque primero hubo mucho trabajo previo. Estuvimos casi dos años con en el argumento y yendo de un lugar a otro: primero íbamos a ir a un canal, después terminamos en otro. Así que fue bastante intenso el proceso y la espera, porque una vez que cerramos con Telefe hubo que esperar a que terminara la novela anterior para estar al aire. La verdad es que fue todo un largo recorrido y estamos muy contentos con el resultado, más que nada con la repercusión que tuvo en el público, el fanatismo que hay, la gente que está súper enganchada en el Twitter, en las redes sociales.

EA: ¿Cómo fue esa interacción con el público? Ahora está Twitter, pero antes había menos medios de contactarse con los guionistas.

AL: Antes el contacto con el público era casi nulo, hasta que aparecieron los foros. Allí había un poquito de intercambio, pero muy poco. Como tampoco era inmediato, yo por ahí leía los foros mucho después que se habían escrito. Esto es como en el momento: estás mirando la tele con el público. Y es alucinante eso, es muy lindo. A mí es la primera vez que me pasa.

EA: Porque el trabajo del guionista a veces queda como medio escondido…

AL: Sí, el trabajo del guionista en general… Primero, que nosotros vamos adelantados en los hechos. Entonces la gente por ahí se pega más a lo que va viendo, obviamente. Y después pasa que no nos conocen, no somos cara visible. Entonces el acceso es más difícil. Pero a mí me encanta este contacto con el público y que te sugieran, incluso que te critiquen. Está bueno, se aprende.

Hay un comentario que es constante, que es que la novela nos ayuda a pensar. Que nos deja intrigados, que tiene gancho, que pasan cosas imprevisibles en la historia. Eso es lo que más me gusta: que sirve para un poquito más que para mirar o para ver un galán o lo que sea.

EA: ¿Y cómo hiciste para tocar temas como autismo, pueblos originarios y violencia de género sin dejar de ser popular?

AL: A mí siempre me interesó tocar temas sociales. En realidad, la telenovela es un género muy social, que arrancó hablando de los ricos y los pobres, que siempre tuvo conflictos de clase incluidos. Es un género que permite hacerlo. La diferencia, por ahí, con otros géneros, o con otros formatos, es que la telenovela tiene una llegada directa a un determinado público. O sea, el público de telenovela es un público masivo; es el mismo público que puede mirar cualquier otro programa que no tenga nada que ver. Y justamente lo interesante es eso: poder abordar algún tema que le llegue a un público que por ahí por voluntad propia no miraría un programa que hable de eso. Eso pasó con Montecristo, con el tema de los desaparecidos, que ha sido abordado otras veces pero nunca tuvo una llegada tan directa al público como cuando la telenovela lo trató. El melodrama tiene esa virtud, ese don de que como está todo teñido de la historia del héroe y de la historia de amor y qué se yo, pasan los temas, pasan más fácil.

En el caso de El Elegido, reconozco que como yo ya vengo escribiendo mucha telenovela, intenté transgredir el género en algunas cuestiones y eso limitó el público: el hecho de no ser una historia netamente romántica, el hecho de incluir temas más misteriosos o místicos, incluso los temas sociales, hizo que por ahí no fuera tanto una novela de romance, pasión y sexo y sí se tornara una novela con cuestiones más del poder y otro tipo de cosas. Y no es que la gente no haya mirado por ser más o menos inteligente: creo que limitó el público porque es menos liviano. Y hay gente que no tiene ganas a las once de la noche a ver un programa pesado, esta es la verdad. Pero bueno, fue nuestra elección.

EA: ¿Fue muy difícil mantenerse en esa decisión?

AL: Sí, fue difícil. Porque por momentos decíamos “Busquemos frescura” y llegábamos a la conclusión de que iba a perder su esencia y que los que ya teníamos nos iban a abandonar por tornarse un culebrón común y corriente.

EA: ¿Cómo surgió la idea de hacer esta historia junto a Pablo Echarri?

AL: Nosotros habíamos hecho Montecristo juntos y la verdad es que nos habíamos quedado con ganas de hacer más. Pablo había decidido tomarse un tiempo sin televisión y cuando se le ocurrió volver me dijo “¿Qué hacemos, con qué volvemos? ¿Qué hay, qué tenés?”. Y ahí le presenté esta historia, que no se llamaba El Elegido. Se llamaba Pecadores, porque tenía que ver con los pecados capitales. Y cuando Pablo la leyó, le aportó cosas realmente muy interesantes: todo lo que tiene que ver con lo místico, incluso esta misión del héroe tan clara que va de la oscuridad a la claridad. Y empezamos a trabajar. Apenas decidimos hacerlo, yo le dije “Tenemos que cambiar el nombre si el protagonista sos vos”. Así que de los que barajamos quedó El Elegido.

Fue todo un proceso muy lindo, porque en ese momento que decidimos hacerlo decidimos también cómo hacerlo, porque tanto él como yo no queríamos entrar en la estructura clásica de la televisión. Se armó un equipo de trabajo que funcionó como tal: todo lo que se hizo fue acordado, tuvimos reuniones periódicas una o dos veces por semana para contarnos de qué iba la cosa, mucha participación de los actores. Y para mí fue súper enriquecedora la experiencia; me parece que es así como se debe trabajar.

EA: ¿Qué querías contar con esta historia?

AL: El Elegido tuvo una premisa desde el comienzo, que es: hasta dónde estás dispuesto a llegar para alcanzar el poder. Y no tenía que ver sólo con el poder económico sino con el poder en todo sentido. Hoy cuando veía imágenes del anteúltimo capítulo, veía un par de imágenes que resumen la historia. Y es cómo arrancó el personaje de Andrés en el primer capitulo y cómo termina en el último. O sea, poder ver ese camino del héroe es algo sublime. Y lo que quise contar filosóficamente es esto: es dar la vuelta a la esencia. O sea, dar la vuelta a lo que de verdad tiene sentido en la vida. No está en el afuera y está en uno.

Es un camino de evolución. Por ahí, los caminos que hoy se proponen para los seres humanos son caminos involutivos, porque implica “No te hagas más problemas existenciales porque existe esto que lo cubre”, ¿no? “No te cuestiones si sos bueno o malo porque total es lo mismo”. Y me parece que no, que El Elegido tiene ese adentrarse en la profundidad para ver la luz en algún lado para hacer las cosas porque yo quiero hacerlas, o no porque hay una zanahoria adelante que yo siempre quiero agarrar. 



LOS CAMINOS DEL PODER

“Somos un grupo en el que todos venimos de lugares diferentes”,
cuenta Adriana Lorenzon. Y pasa a detallar: en el equipo de guionistas hay un numerólogo, que además sabe mucho de masonería; hay un abogado, que aportó su expertise para que las escenas del estudio sean verosímiles; hay una experta en telenovelas y uno que es admirador del género policial. Un combo ecléctico que le dio forma a la historia.

En el caso de
Lorenzon, se recibió de periodista en 1984 y tuvo un paso por la gráfica. Luego estudió sociología y, después de descartar la carrera de crítica cinematográfica por no estar nunca de acuerdo con los críticos, se metió en la carrera de cine. Así fue como conoció a Jorge Maestro y Sergio Vainmann, guionistas de televisión, quienes la convocaron a ser parte de su equipo. Y se mandó al frente.

EA: Ya que sos periodista y El Elegido habla sobre el poder, te quería preguntar cómo ves la situación del país en general


AL: Más allá de mi ideología, a mí lo que me parece es que este país está en crecimiento. O sea, lo que yo veo por primera vez es un crecimiento a largo plazo. Hay un montón de problemas, hay un montón de cuestiones que todavía no podemos solucionar porque es difícil hacerlo y en parte porque nuestra idiosincrasia nos juega en contra en un montón de cosas. Partiendo de que nosotros pensamos en el gobierno como un grupo de gente que tiene que resolver nuestros problemas, y un país somos todos, en un montón de actos de nuestra vida ciudadana. Entonces, ahí me parece que tenemos que hacer un aprendizaje de colaboración, más allá de la ideología, insisto.

Puntualmente de este gobierno, destaco cosas que para mí son importantes, que son las deudas sociales. Creo que tanto el gobierno de
Néstor como el de Cristina han saldado deudas sociales e históricas, y eso es algo que no se puede discutir, que está a la vista más allá de los conflictos y de la corrupción, y de las dificultades con que se encuentran en los distintos sectores sociales. Pero yo estoy contenta.

EA: ¿La votaste a Cristina?


AL:
Sí, sí. Yo siempre voté al peronismo, siempre acercándome a este crisol, que es como lo más progresista del peronismo. Yo acompaño y me gustaría seguir acompañando. Creo que hay una claridad de conceptos. Después si se puede hacer, si no se puede hacer, depende de un montón de factores, pero hay un camino. Creo que, como te decía antes, por primera vez yo vislumbro un futuro interesante y no sólo de Argentina sino de esta parte de Latinoamérica, que además por primera vez está acompañada por otros. Y es muy piola eso, porque de hecho muchos pudieron porque se ayudaron también.

EA: ¿Qué rescatás del gobierno?


AL: La ley de medios es una brillantez. Se irá perfeccionando, se irá acomodando, se irá modernizando más aún. Pero la ley de medios es algo que nosotros como país y gente del medio teníamos como una prioridad. Hay mucho que hacer en materia de ficción, puntualmente en lo televisivo porque lo ideal sería que lo que está fomentando el INCAA compita con lo privado. Es fundamental que un programa en la TV Pública o en Canal 9 que sale de un concurso nacional de ficción pueda competir con un programa del 13 o del 11.

EA: ¿Podrías hacer analogías entre algunos políticos argentinos y personajes de la telenovela?


AL:
Sería terrible, me haría una fiesta. Ojalá los políticos tuvieran algo de los personajes, porque si una cosa destacó esta campaña es la poca credibilidad que tienen. Hoy es mucho más creíble un personaje que un político. De hecho, Aníbal Fernández en una oportunidad dijo “El único opositor real al oficialismo es Andrés Bilbao”. Yo creo que a los políticos les falta un buen guión.

Ya no sirve más la crítica. Contame qué vas a hacer. La gente no es estúpida: la gente puede ser distraída pero no se come cualquier garrón. No podemos caer en decir “
La gente es estúpida porque mira a Tinelli”. Al contrario, al contrario: es porque Tinelli les está dando lo mejor que tiene para darle y la gente no es tonta.

EA: Y los que dicen eso es porque no se ponen a pensar en los motivos que tiene la gente para elegir como lo hacen, no escuchan.

AL:
Yo creo que el tema de los políticos es ese: a quién le están hablando. ¿Alguno se pregunto a quién le está hablando? ¿A los jóvenes, a los trabajadores? ¿A quién le están hablando? Hay un ego monstruoso y en ese ego es imposible conectar con el otro. A mí me sorprendió, por ejemplo, el último spot de Ricardo Alfonsín. Él venía con un discurso absolutamente radical, alfonsinista, y de repente dijo “A usted le hablo, Cristina”. Y entonces yo como público, como elector, digo “¿Por qué no me hablás a mí? ¿Por qué le hablás a Cristina y no me hablás a mí si yo te voy a votar? ¿Pasó a ser una pelea de ustedes dos? No me interesa”. Te da bronca porque no es una opción, porque si este va a subir al gobierno para pelear con otro y no para hacer algo por el país, no me interesa.

EA: ¿Y cómo ves el caso de Carrió? Podría ser un buen personaje de ficción.


AL: Carrió
ya es de por sí la Verónica San Martín de la política. En su propio mundo, en su propio universo, su Apocalipsis. Yo creo que tiene el ego de la locura: “es mi mundo y el que no me cree a mí está equivocado, el que no me cree a mí la va a pasar muy mal”. Llegó a decir “Se equivocaron todos”. Hay que estar un poco loco para decir eso.  

Por Pablo Méndez Shiff

Fuente:ElArgentino.Com/Fotos:Web.

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