Saturday, August 14, 2010

Una noche con Leonard Cohen

 
Ahora todo parece un sueño, un momento idílico imposible de concebir en la vigilia. Ahora me doy cuenta del efecto, de las sensaciones provocadas por los eventos importantes, únicos e irrepetibles: su intensidad deja una marca literal que atraviesa la intangible memoria y se hace concreta en un escalofrío que se manifiesta constantemente, jornada tras jornada, para indicar que no, no es siquiera probable que vuelva a suceder algo similar nunca jamás; esa felicidad que fue llanto involuntario y fue esfuerzo sobrehumano por congelar una imagen que quedara para siempre inscripta, tallada en las retinas, no será más que eso: el fantasma irreal, el halo etéreo de una noche con Leonard Cohen.

Este domingo 15 de agosto se cumple un año de una noche importante: una noche que me transformó, que me sacudió por dentro y por fuera, que me hizo temblar y gritar y cantar de alegría con lágrimas en la cara, que me provocó la comprensión instantánea de ciertas verdades existenciales sin las cuales hoy me sería muy difícil tolerar la vida o, al menos, me provocó la comprensión instantánea de una verdad absoluta e imbatible: "Lo que amás, subsiste; lo demás es escoria".

"The Stranger Song"
Let´s meet tomorrow if you choose
upon the shore, beneath the bridge
that they are building on some endless river.




La poesía es un veredicto, no una ocupación. ¿Cómo describir la escena de la que fui testigo gracias a la voluntad de los Dioses en los que no creo? ¿Cómo hacerlo sin sufrir por su naturaleza efímera y contradictoriamente eterna? Puedo esbozar un relato pero será siempre imperfecto; la reseña que vomité ni bien regresé está incompleta: soy incapaz de transmitir con exactitud y precisión esto que me pasa cada vez que recupero el recuerdo. "Yo vi al trovador canadiense en España", suena jactancioso y no quiero sonar jactanciosa, quiero que quede claro porqué le deseo al mundo (bueno, a los que se lo merecen) una experiencia similar que no pude compartir, porqué anhelo poder trasportarlos al pasado o al futuro para que logren ver y sentir y escuchar y comprender ese momento hipnótico, ese instante poético. A orillas del Mediterráneo, en un anfiteatro escondido en los Jardines de Cap Roig de la Costa Brava, yo di cuenta de la existencia real de la leyenda viva: coroné una epopeya europea (mi primer salida del país, con un vuelo cancelado, 18 horas de combinaciones de micros, media hora de caminata a través de túneles y pasadizos de arena de una playa que constituye el único acceso peatonal al lugar) que había sido planificada alrededor de Cohen. El poeta no-tan-maldito, el judío no-tan-errante, el monje zen que a los treinta y pico hizo de su pluma canción, se había recluido durante quince años y ahora estaba de regreso con una espectacular gira mundial o no, porque acá nunca llegó. Una parada de su gira había sido registrada en el DVD de su concierto en Londres y, un mes antes de que el viejo (que por ese entonces tenía 74) se desmayara sobre el escenario y tuviera que cancelar su show en Barcelona, yo estaba ahí, exacerbando los sentimientos que ya se apoderaban de mí cada vez que le daba play. I´m sentimental, if you know what I mean.
"The Future"
I´ve seen the future, baby:
it is murder


"Esta pequeña vida que tenemos es un torneo de hipnotizadores y yo soy el ganador"; él, como Breavman en El Juego Favorito (su primera novela) y a pesar de los años, lo tiene bien claro: su sola presencia pone a trabajar todos los artilugios de prestidigitador profesional. El viejo se desplaza sobre el escenario como (o mejor aún) si estuviera en sus cuarenta, hasta da saltitos, baila y sonríe siempre. Domina. Juega con vos. Te hace hacer lo que él quiere que hagas; estás bajo su absoluto control. Pero no trabaja solo: las hermanas Webb, su coequiper Sharon Robinson, su impecable banda de la que se destacan Javier Mas en guitarra y Dino Soldo en vientos, contribuyen con la tarea del fascinador. "I´m Your Man", "Everybody Knows", "The Anthem", la inigualable prédica de "Hallelujah", "Boogie Street", "Suzanne" y estás del otro lado: imposible volver a ser el mismo después de ser tocado por la gravedad de esa voz que se hizo más y más poderosa con el tiempo; a thousand kisses deep: tras ser bendecido por ese amante inmortal, a mil besos de profundidad, no hay regreso imaginable.

Me queda citarlo y volverlo a citar, aferrarme al recuerdo, reflotarlo siempre, congelarlo e idolatrarlo, alabarlo y canonizarlo hasta desaparecer o perder la memoria, lo que suceda primero.

"Famous Blue Raincoat"
What can I possibly say?
I guess that I miss you, I guess I forgive you
I?m glad you stood in my way.




/_common/images/weblogs/autores/Yamila Trautman.jpg Autor: Yamila Trautman.

Publicado en el Blog HOT TRACKS: El Tema Nuestro De Cada Día.  
Fuente: Revista Rolling Stone de Argentina.

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