Monday, July 12, 2010

Salamanca Rock Día 2.

Con grandes shows de Divididos y Catupecu Machu, culminó la primera edición del festival en Santiago del Estero. 


"Si no hacemos esto en la tierra del 6 x 8, ¿dónde lo vamos a hacer?". Finalizaba la versión de "Ortega y gases" junto con el violinista Kelo Herrera, y Ricardo Mollo hacía mención a Santiago del Estero y la chacarera, ponía una vez más de manifiesto su conexión total con la zona norte de la Argentina y seguía con el repertorio folklórico de Divididos, que contó con invitados de la talla de los bailarines Juan Saavedra y Sandra Farías (verdaderas leyendas locales) y el dúo Orellana Lucca (ex Presagio y Terral).
 

Ya había pasado el demoledor momento de la Aplanadora del Rock, que volvería hacia el final ("Amapola del 66" ya es un clásico del trío, para no mencionar de nuevo a esas canciones que sabemos todos), los mismo que los ritmos telúricos, en un desenlace en donde la orquesta de bombos del Indio Froilán (un luthier santiagueño que, según cuentan los nativos, fabrica las mejores partidas de estos instrumentos a nivel nacional y de manera artesanal 100%) copó la parada para un show por demás emotivo. 


Tanto fue así, que el propio Mollo bajo al foso donde se ubican los fotógrafos a saludar al publico, mientras Diego Arnedo y Catriel Ciavarella, desde arriba del escenario, seguían sacándole jugo a esa máquina musical que los hermana, tanto entre ellos como con esta tierra ("Esta música es de ustedes, cuídenla", afirmó más de una vez Ricardo). 


Pero eso no fue todo en la primera edición del Salamanca Rock. Previo a Divididos, Catupecu Machu le demostró a los santiagueños que la potencia de su directo es arrolladora. Fernando Ruiz Díaz abandonó, esta vez, sus incursiones en la guitarra española para centrarse en el poderío eléctrico y en sus dotes de líder carismático ("¿Siempre tiene esa energía?", preguntaban asombrados algunos colegas locales). Su repertorio, entonces, estuvo colmado de hits ("A veces vuelvo", "Magia veneno", "Origen extremo", la gran "Confusión") y "Dale!" fue el grito de guerra final, dedicado a su hermano Gaby y a Gustavo Cerati. 


Y antes, tras la presentación de las bandas locales, Edu Schmidt alternó canciones de El silencio es salud (su deber como solista) con temas de Arbol ("Chica anoréxica"), aporreó su violín con la forma del signo pesos y culmino su set arrojándose a la gente. Un saldo más que positivo para la jornada final del Salamanca Rock. 


Ojalá que se repita y que el año que viene, a esta altura del año, el rock vuelva a decir presente en Santiago del Estero, la tierra de la chacarera y las buenas empanadas.


Por Pablo Strozza - Ignacio Arnedo (desde Santiago del Estero).

Fuente: Revista Rolling Stone de Argentina/Fotos: Ignacio Arnedo.

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