Sunday, July 25, 2010

"La sociedad argentina es muy mataputo"

Carlos Perciavalle. 


El artista habla de la ley de matrimonio gay,  aunque dice que ya "está viejo" para adoptar y que después de 38 años en pareja no se quiere casar. La crianza de sus padres, y el recuerdo de su gran amigo Fernando Peña."Él quería la libertad para todos", dice.

Recién nacido, su mamá lo tuvo en sus brazos, lo miró, y se dio cuenta de que su hijo Carlos era homosexual.  Se lo confesó cuando transitaba sus 94 años, pero desde chico, junto con su marido violinista, lo criaron de igual manera que a sus otros cinco hijos. "Tuvimos padres muy inteligentes y comprensivos. Esos que saben que desde que nacés sos un ser independiente de ellos", dice a la distancia. A los 12 años recibió el mandato materno que debería cumplir durante su vida: "Lo único que quiero es que seas feliz", le dijo su madre. Terminada la secundaria, Carlos se instaló en Buenos Aires y estudió en el conservatorio nacional, en donde conoció a uno de sus grandes compañeros de los escenarios, Antonio Gasalla. Su papá, en plenos sixties de paz y amor hippie, lo llevó al West Village de Nueva York, el corazón gay del mundo, donde "iba a ser uno más", y en donde vivió y estudió durante dos años. "Mis papás fueron maravillosos", asegura.

La ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, aprobada en la madrugada del 15 de julio por el Senado por 33 votos a favor, 27 en contra y tres abstenciones, fue el tema que llevó el hilo de la charla, así como su homosexualidad confesa y la educación que le dieron sus padres.
Durante su infancia o adolescencia, ¿se sintió discriminado?

–Nunca, ni dentro de mi familia ni en el colegio. Recién cuando ya era famoso, a algunos hijos de mi hermano mayor, también de apellido Perciavalle, les dijeron: "¿vos sos algo del puto ése?". Mis sobrinos le reventaron la cara y se acabó el tema. En mi carrera nunca sentí la menor discriminación, salvo durante la época de los militares. No éramos la imagen de un país decente, los gays estábamos prohibidos. Pero a mí me benefició, estaba en el teatro, la gente me veía, e hice una carrera fabulosa.

¿Cree que la sociedad apoyó el debate que se generó por la ley de matrimonio gay?

–La sociedad argentina es muy mataputo. La prueba es que la votación en el Senado fue muy ajustada. Creo que se ha dado un paso adelante maravilloso, pero todavía hay cosas que con cierta gente no podés hablar, no quieren. Sobre todo los católicos muy ortodoxos. Si en algo no estás de acuerdo, no te entristezcas por eso, no vale la pena. Si no, sos de los que en la vida cuentan lo que les falta y no lo que tienen. Así lastimás a una parte de tu cuerpo.

–Con la ley aprobada, ¿usted se casaría?

–No, yo no creo que tenga que haber algo que diga que dos personas se quieren. Papeles, trámites, miles de empleados públicos, para que la gente se quiera. Si quieren vivir juntos, lo hacen y se acabó. Yo no creo que Jesús dijo: "Hasta que la muerte los separe", habrá dicho: "Hasta que la muerte del amor los separe". Alguien tan bueno como Jesús no puede pedirte que te quedés viviendo al lado de alguien que no querés, porque no puede haber peor castigo que eso. ¡Y después para divorciarse es un drama!

¿Nunca se planteó casarse?

Hace 38 años que estoy con mi pareja, Miguel, que vive en Uruguay. Cuando salió el tema, le pregunté si no se quería casar, y me dijo medio en broma: "¡Andá a cagar, puto!". Yo dije: "No, está bien, es porque se facilita la herencia, nada más", pero ya hice el testamento y va a heredar todo.

Pero sin embargo, la comunidad homosexual pedía el matrimonio como institución…

–Sí, y me parece bien. Si vos te querés casar, me parece brutal, tenés todo el derecho del mun-do. La Constitución dice que todos te-nemos los mismos derechos y obligaciones. El artículo 12 del Código Civil, cuando habla de matrimonio, no dice entre un hombre y una mujer, dice entre dos personas. ¡Pero ya está! Yo no me quiero casar, no siento la necesidad de hacerlo, pero me parece perfecto. Lo mismo que el hecho de que las parejas de gay puedan adoptar chicos. Yo no adoptaría porque ya soy viejo.

¿Pero lo hubiese hecho?

No sé. Con la carrera que tuve, hubiese sido difícil. Nunca sentí la necesidad de ser padre, si lo hubiera querido, lo hubiera hecho. ¡Tengo tantos sobrinos y sobrinos nietos! Mi hermana, por ejemplo, con la que vivo ahora, se quedó viuda a los 35 años con hijos chiquitos. Ella ha sido madre y padre en todo sentido, pero algunos momentos tuve que ejercer ese rol. Mis sobrinos me venían a hablar, les parecía que como yo era artista los iba a entender más.

Algunos sectores plantean que si un chico crece con dos papás o dos mamás, puede tender a ser homosexual…

Ser gay es genético, está demostrado. Yo hago un chiste para decir que es lo mismo que criarse con madre y padre. Si dos hombres crían a un hombre que genéticamente nació hombre, puede ser que ese chico a los 13 sea un poco amanerado, pero si le gustan las minas, a la primera que ve, se la morfa, por más que lo hayan criado dos putos.

Sobre el escenario. Cuando la conversación deriva al terreno artístico, Percia-valle se pone firme. Desde hace unos años está refugiado en el teatro, en pocos días saldrá de gira con su obra "Jardín de otoño" por el interior del país. Lo último que hizo en la pantalla chica fue un trío de emisiones made in Ideas del Sur: "Costumbres argentinas", "Los Roldán" y "Cantando por un sueño", y hoy dice que apenas mira televisión, ese "extraño metido en tu casa que te obliga a hacer ciertas cosas" que lo hartó. "Lo único que les importa es el rating, el hecho económico está sobre el artístico", dispara antes de deshacerse en elogios hacia Marcelo Tinelli.  "Lo adoro, me encanta. Tiene una gran lucidez mental, se trabaja muy cómodo y paga bien", sintetiza. Si de amigos del ambiente se trata, Perciavalle buscará desmentir otra vez que jamás existió una pelea con Gasalla, "sólo quisimos hacer cosas distintas". Pero un nombre surge entre tantos que Carlitos pronuncia como sus más cercanos: el de Fernando Peña. Vuelve a reconstruir esa semana anterior a su adiós final, en la que el álter ego de Milagros López y Martín Revoira Lynch se instaló en la casa de Perciavalle en Punta del Este, en donde consiguió el resguardo que necesitaba. El llamado que recibió cuando ya había volado a Buenos Aires por un fuerte dolor, que le pedía que se ocupara de "todo". Y la sonrisa final que le dedicó desde su cama de la clínica en la que segundos después cerró los ojos para siempre. "Lo extraño mucho mucho", dice Perciavalle con los ojos llenos de lágrimas luego de recordar ese suceder de hechos.

¿Qué hubiera pensado Peña de la ley de matrimonio gay?

Le hubiese parecido fantástico. Él quería la libertad para todo el mundo. No sé si se hubiera casado, porque él era bastante, no quiero decir promiscuo, era bastante cambiante. Como todo hombre soltero y joven, tenía muchas relaciones. Pero yo creo que él lo hubiese apoyado. Como me gusta decir a mí, "puto" no es más un adjetivo descalificativo, sino un sustantivo importante. Y Fernando hizo que toda la gente que despedía al coche fúnebre le gritara "chau, putito lindo".

Por Daniela Rossi/Fotos: Alejandro Kaminetzky .

Fuente: Revista  7 DIAS.

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