“Historias breves”, compilado de cortos que desde 1995 permitió darle pantalla grande a Lucrecia Martel, Daniel Burman, Adrián Caetano, Bruno Stagnaro y Rodrigo Grande, entre otros, concretará mañana en el Espacio INCAA Km 0 el estreno de su sexta entrega que continúa constituyéndose en un muestrario del semillero cinematográfico argentino.
La nueva selección de nueve cortos reúne a “Alicia”, de Tamara Viñes; “Árbol”, de Lucas Schiaroli; “Cinco velitas”, de Paula Romero Levit y Michelina Oviedo; “Coral”, de Ignacio Chaneton; “El sueño sueco”, de Gustavo Riet Sapriza; “La araña”, de Sihuen Vizcaino; “La última”, de Cristian Cartier; “Los teleféricos”, de Federico Actis; y “Rosa”, de Mónica Lairana.
Los seleccionados constituyen el último eslabón de una convocatoria anual de uno de los más importantes concursos organizados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).
Tamara Viñes recorre este tránsito de búsquedas y continuidades y relata a Télam que “fui una espectadora fascinada de la primera edición de `Historias Breves` dónde descubrí a Martel, a Stagnaro, a Caetano y a Gaggero. Más tarde pude disfrutar de otra edición donde conocí a Mereñuk-Belón y así supe lo del concurso del INCAA y también que el cine me capturaba”.
Desde el presente inclusivo de ese de relato, Viñes (“Alicia”) indica que “el concurso ofrece la posibilidad de una gran expresión aunque haya que cumplir con pautas formales y temporales. Y es una buena oportunidad para realizar un trabajo en condiciones profesionales en relación a lo artístico, creativo y a las condiciones financieras para llevar adelante lo deseado, lo pensado y lo posible”.
En el mismo sentido, Cristian Cartier (“La última”) aporta que “este concurso es una atractiva oportunidad para los realizadores de aprender el proceso de realizar una película a través del INCAA, una especie de prueba piloto de lo que sería realizar un largometraje y así seguir apostando por la industria nacional de cine”.
Puesta a desmenuzar las implicancias de este emprendimiento, Mónica Lairana (“Rosa”) subraya a esta agencia que “hay algo invalorable para mí y es que el concurso nos permitió conocer y aprender cada uno de los pasos formales, burocráticos e institucionales del proceso total de una película que pasa por el INCAA”.
Por su parte, Gustavo Riet Sapriza (“El sueño sueco”) también destaca que “concursar es poder acceder a un nivel de producción que de forma independiente es difícil de obtener”, mientras que Ignacio Chaneton (“Coral”), arriesga que “una de las ventajas de filmar `Historias Breves` es ese romanticismo que envuelve el concurso y que estimula a tanta gente a colaborar y a apoyar la iniciativa”.
Todos los jóvenes cineastas saludaron el formato que exige “Historias Breves” porque, como señala Paula Romero Levit (“Cinco velitas”), “el corto implica el desafío de atravesar la economía narrativa, la máxima elocuencia en poco tiempo y es un formato que permite contar historias condensadas”.
“Es interesante alternar la experiencia del largo con el cortometraje -sostuvo- y no considerarlo solamente como un camino hacia el largo. Creemos que los directores de largos no deberían nunca dejar de hacer cortos”.
Para Cartier, “las ganas de filmar algo para un cortometraje siempre es algo que va a estar latente, ya que es un formato muy interesante, al igual que los videoclips”, según opina.
Las mujeres retoman la voz para apuntar otras motivaciones que van de lo personal a lo más general. Lairana, por caso, desliza que “el formato de corto me encanta. Me siento muy cómoda expresando ideas o sensaciones breves” y Viñes, en cambio, comenta que “condensar en poco tiempo un relato, es casi como la antítesis de la historia` y es como empezar a moldear el tiempo”.
Los seleccionados constituyen el último eslabón de una convocatoria anual de uno de los más importantes concursos organizados por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).
Tamara Viñes recorre este tránsito de búsquedas y continuidades y relata a Télam que “fui una espectadora fascinada de la primera edición de `Historias Breves` dónde descubrí a Martel, a Stagnaro, a Caetano y a Gaggero. Más tarde pude disfrutar de otra edición donde conocí a Mereñuk-Belón y así supe lo del concurso del INCAA y también que el cine me capturaba”.
Desde el presente inclusivo de ese de relato, Viñes (“Alicia”) indica que “el concurso ofrece la posibilidad de una gran expresión aunque haya que cumplir con pautas formales y temporales. Y es una buena oportunidad para realizar un trabajo en condiciones profesionales en relación a lo artístico, creativo y a las condiciones financieras para llevar adelante lo deseado, lo pensado y lo posible”.
En el mismo sentido, Cristian Cartier (“La última”) aporta que “este concurso es una atractiva oportunidad para los realizadores de aprender el proceso de realizar una película a través del INCAA, una especie de prueba piloto de lo que sería realizar un largometraje y así seguir apostando por la industria nacional de cine”.
Puesta a desmenuzar las implicancias de este emprendimiento, Mónica Lairana (“Rosa”) subraya a esta agencia que “hay algo invalorable para mí y es que el concurso nos permitió conocer y aprender cada uno de los pasos formales, burocráticos e institucionales del proceso total de una película que pasa por el INCAA”.
Por su parte, Gustavo Riet Sapriza (“El sueño sueco”) también destaca que “concursar es poder acceder a un nivel de producción que de forma independiente es difícil de obtener”, mientras que Ignacio Chaneton (“Coral”), arriesga que “una de las ventajas de filmar `Historias Breves` es ese romanticismo que envuelve el concurso y que estimula a tanta gente a colaborar y a apoyar la iniciativa”.
Todos los jóvenes cineastas saludaron el formato que exige “Historias Breves” porque, como señala Paula Romero Levit (“Cinco velitas”), “el corto implica el desafío de atravesar la economía narrativa, la máxima elocuencia en poco tiempo y es un formato que permite contar historias condensadas”.
“Es interesante alternar la experiencia del largo con el cortometraje -sostuvo- y no considerarlo solamente como un camino hacia el largo. Creemos que los directores de largos no deberían nunca dejar de hacer cortos”.
Para Cartier, “las ganas de filmar algo para un cortometraje siempre es algo que va a estar latente, ya que es un formato muy interesante, al igual que los videoclips”, según opina.
Las mujeres retoman la voz para apuntar otras motivaciones que van de lo personal a lo más general. Lairana, por caso, desliza que “el formato de corto me encanta. Me siento muy cómoda expresando ideas o sensaciones breves” y Viñes, en cambio, comenta que “condensar en poco tiempo un relato, es casi como la antítesis de la historia` y es como empezar a moldear el tiempo”.
Fuente: Agencia de Noticias Télam.
Foto: Archivo.
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