Monday, December 6, 2010

Calle 13 y las rimas calientes de América Latina

Cómo una desviación evolutiva del reggaeton terminó convirtiéndose en la última esperanza de la música regional; sexo, política y violencia poética en la piel de Residente.


A eso de las nueve, Shirley Rodríguez, la manager del grupo, una morena rellenita y simpática con un español que resbala hacia el inglés con facilidad, nos viene a buscar para avisarnos que ya es hora de salir hacia el show. 

Esta noche, Calle 13 se presenta en el festival Telefónica Sonidos en el Jockey Club del barrio Morumbí, un suburbio de rascacielos con helipuertos, hoteles cinco estrellas, autos blindados y mansiones con cercos electrificados.

Mientras salimos del estacionamiento del hotel en la van, René Pérez Juglar, el Residente, dice que tiene calor y pide que pongan el aire acondicionado, pero Eduardo Cabra, Visitante, dice que no, que tiene frío, así que terminan transando abrir un poco una de las ventanillas. 

Después de mirarlos un rato, los dos hermanos son puro contraste: un director de casting no lo habría hecho mejor. René se sienta con las piernas abiertas y la espalda hacia adelante. Eduardo tiene las piernas cruzadas y está echado sobre el asiento. 

René se viste como si siempre estuviera yendo o volviendo del gimnasio. Eduardo tiene una camisa escocesa, un saco de tweed y un sombrerito repleto de pins volteado hacia un lado. 

René no para de hablar y gesticular. 

Eduardo es más bien callado y retraído, como si desconfiara de las palabras y sólo confiara en la música para comunicarse. 

René sale al escenario en cuero y su única arma frente al público es la garganta. 

Eduardo toca rodeado de instrumentos, que son como su armadura. 

René estuvo de novio con una ex Miss Universo. 

Eduardo no. 

René está de muy buen humor esta tarde. 

Eduardo no tanto.

"A mí me gusta el segundo plano, por eso no hay una batalla de egos", explica Eduardo. 

Y René agrega: "Yo creo que la diferencia es cuestión de gustos, pero no de valores. Ambos estamos buscando cosas que no necesariamente el dinero las mueve. Y en eso yo creo que todos los hermanos nos parecemos".

Y hablando de dinero, dice que quiere leerme algo y se pone a buscar en su BlackBerry el guión de una publicidad de Coca-Cola que nunca va a salir al aire. 

Hace unos meses lo llamaron para protagonizar un comercial de la gaseosa y René dijo que aceptaba pero con una sola condición: que le dejaran escribir su parlamento. "Lo escribí todo emocionado, pensando que les iba a gustar, porque ellos querían que fuera así, todo cool." 

Pero cuando se los envió, a los del departamento de marketing mucho no les cerró que se la agarrara con los "gringos".

"Escucha", dice René y lee en la pantalla de su celular lo que había escrito para la publicidad. "Un tipo me ve tomando una Coca-Cola y me dice: «Y tú tirándole a los gringos y tomando Coca-Cola». Y yo entonces le respondo: «Es que yo no les tiro a los gringos, yo me los trago y los escupo [y escupía el refresco]. Y también hago gárgaras con ellos [y hacía gárgaras con el refresco]. Y cuando no hay agua y tengo sed, aunque me haga daño, tomo Coca-Cola. ¿Tú no?»"

René me mira con una sonrisa llena de orgullo. "Cabrón, dime que eso no está bueno."

-¿Cuánto les habían ofrecido? 

-No, no te voy a decir...

Eduardo levanta por primera vez los ojos de su iPhone, se da vuelta y dice: "Era una mierda".

Residente: No, pero si después subieron. Terminaron ofreciendo como 600 mil dólares.

Visitante: Pero no ibas a decir y ahora lo dices.

Residente: Sí, pero terminé diciéndolo. 

Es una mierda y dije: "Bueno, voy a decirlo". Son como medio millón de dólares, que le vienen bien a cualquiera, súper bien.

Visitante: Sí, pero quítale el 20 por ciento, quítale el abogado, esto, lo otro, y queda una mierda.

Antes de rechazar el segundo ofrecimiento, René hizo lo que haría cualquiera de nosotros ante una disyuntiva de ese tipo: lo consultó con la madre. "Le dije: «Coño, mami, con esto compramos la casita que estás pagando». Y me contestó: «No, tú me la compras con el dinero de tu música, a esa gente no la uses»."

Así que dos cosas: la primera es que la madre de René es realmente una buena madre; y, la segunda, que en anécdotas como ésta queda claro que lo de Calle 13 es más una actitud que una ideología, una forma de cagarse en el establishment más que cuestionarlo o combatirlo. 

Es más reacción que estrategia. "Yo un poco lo pienso y digo, de pronto se podría agarrar el dinero y dárselo al barrio La Perla o a una villa, entiendes. Pero, bueno, ya va a venir de nuevo algún loco de ésos."

Y para resumir su relación de amor-odio con el consumo, expresada de un modo tan contundente en "Calma pueblo" (el explosivo single que grabaron con Rodriguez-Lopez y que suena a revival de Rage Against the Machine), el autoconsciente René define: "Yo no tengo ningún issue con tomarme una Coca-Cola o vestirme con Adidas. Yo no tengo esos problemas, quizá lo tienen otras personas. Yo reconozco que forman parte del mundo, que todo tiene una marca: todo tiene nombre y apellido. Y al final vas a terminar cagando en un inodoro que es de una marca que pertenece a una compañía que explota a la gente".

 

No tuvieron tiempo de pensarlo. A mediados de 2004, Eduardo Cabra estaba metido haciendo música con la computadora y dando de baja Bayanga, una banda de fusionaba rock con batucada. 

René Perez Joglar, que había vuelto de su maestría Georgia, sobrevivía haciendo algunos trabajos freelance como animador digital, empezaba a encontrar un filo en sus rimas que lo entusiasmaba y le insistía a Eduardo para que hicieran algo juntos.

Así que cuando Bayanga se acabó del todo, Eduardo le puso unas bases a una letra que le había mandado René y que empezaba así: "Aguanta el pichón, guarda la trompeta/ Tranquiliza la bragueta/ Que ésa sí que tiene teta/ A lo Catherine Zeta, con estilito/ Aunque un poco seca". 

La canción se llamaba "La aguacatona" y ese fin de año la pusieron en una fiesta familiar de Acción de Gracias y a la gente le gustó. "Y ese primer tema, que hicimos por joder, ya estuvo en el disco", cuenta Visitante. "Para que tú veas lo rápido que fue."

El segundo tema que hicieron, no. Se llamaba "El mega magnífico". "Era súper mierda, mierdísimo. Ese es el único tema que descartamos." De ahí en más, todo lo que hicieron entró. El tercer tema. El cuarto. El quinto. 

Y a comienzos de 2005 ya tenían listo el primer disco. Lo llevaron a White Lion, la disquera madre del reggaetón, y en unos pocos meses el disco estaba en la calle: así de rápido y furioso.

El año 2004 había sido el de la explosión del perreo en toda la región y todo lo que saliera de la isla y oliera más o menos parecido, tenía potencial. 

Y aunque pertenecían a la escena rockera de Puerto Rico, para la industria eran dos muchachitos freídos en el mismo aceite que Don Omar, Daddy Yankee y el Tego Calderón que pelaban un hit como "Atrévete-te-te" y le echaban más gasolina al incendio con un reggaetón con carga social que invitaba a salir del closet, liberarse de los traumas y las represiones, mientras sacudía la pista con un beat tremendamente bailable. Pero eran esencialmente algo más, un error evolutivo.

Enseguida llamaron la atención de Gustavo Santaolalla y su oído clínico para detectar fenómenos latinos de proyección regional. 

Calle 13 llegaba para ocupar un espacio que había quedado vacante: un puesto que quedaba en algún lugar entre la fusión experimental de Café Tacuba, que nunca incomodó a nadie, y la furia verbal y pachanguera de Bersuit, un grupo al que su argentinidad demasiado al palo los volvió casi inexportables. 

Y sintetizaron varias vertientes latinas que habían germinado en los 90 y que a comienzos de la nueva década habían quedado discontinuadas: el espíritu rebelde, latino y contestatario de Molotov, el mestizaje y la explosión regional de los Cadillacs, y la vocación radial y popera de Juanes.

-¿El mensaje de "Calma pueblo" no es medio contradictorio con el resto de tu discurso? La parte de la calma... 

-Es un anuncio que le dice a la gente que yo estoy para ellos, man, no es más nada que eso. No me creo un héroe ni estoy egotripeado en esta cuestión de ser un mensajero del mundo. Simplemente, les estoy diciendo que pueden usar mis servicios. Soy sirviente de la gente, lo que necesiten que yo diga, yo lo digo.

-Está al borde de la demagogia ese mensaje... 

-Mira: yo trato de ser bien honesto cuando escribo. Originalmente, era un tema de ocho páginas y yo le fui quitando y editando hasta construir lo que es el tema ahora. Y traté de ser lo más honesto y asumir mi rol. Así como un médico asume su rol o un maestro dice: "Yo soy maestro". Yo soy un rapero y, calma, que yo voy a decir lo que ustedes quieran que diga. Hasta cuándo, no sé. Puede ser que me canse. Porque no es un rol que yo tenga que asumir. Hay muchos artistas que no lo asumen y está bien. Hay muchos rockeros que hacen tremenda música, tremendas letras y no asumen ese rol.

-¿Y que te lleva a asumir ese rol? 

-Es algo que sale natural, como el voto de las monjas o de los curas.

-¿Creés en Dios? 

-No sé, mano. Yo rezo por la noche. Lo digo en un tema nuevo: "Aunque soy ateo, rezo para que nunca me pase algo feo". O sea que es una cosa medio contradictoria, pero es real.

Por Juan Morris 

Fotos: 
 



Fuente: Revista Rolling Stone de Argentina.
Fotos: Eugenio Mazzinghi.
Video: lanacion.com

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