Wednesday, November 17, 2010

En primera persona: Lito Vitale

Vida de músico. Vuelve a tocar con Juan Carlos Baglietto. Reivindica a sus padres y su oficio de invertir todo en instrumentos y equipos. 


Está bueno tocar en vivo. Se transformó en la única cosa de un músico que no se puede truchar.

Con Juan Carlos Baglietto somos amigos, amigos de verdad, desde hace muchos años. Nos reunimos en 1991, y después hubo cuatro años, desde el 97, trabajando juntos. En el 2001 teníamos planeado dejar por una década y volver en el 2011. En estos años, además de juntarnos a comer y a engordar, trabajamos en muchas cosas.

Nos llamaron otra vez del Tasso y dijimos ya está. Retomemos ahora, aunque el disco va a salir el año que viene. Estamos viendo. La primera idea fue profundizar sobre lo tanguero y después surgió la posibilidad de una segunda parte, con los hijos. Julián Baglietto en percusión y Luciano Vitale en bajo y charango. Esto nos abriría el espectro musical mucho más. Es una idea que está ahí.

Estuve haciendo la producción de Vamos las bandas, que es un concurso de los grupos de rock que organiza La Ciudad por el Bicentenario. Se está grabando ahora. Escuché mil bandas nuevas. Hay una gran cantidad de chicos que tienen una necesidad y arman una banda de rock como plataforma para el éxito y otros que buscan el espíritu del músico o del artista, y están empujados por la pasión. A estos últimos, les importa realmente lo que tocan.

Primero fue Músicos Independientes Asociados, MIA, y después, el CECI, Centro de Cultura Independiente. Fueron sitios que armaron mis viejos siempre tuvieron la particularidad de ocuparse y de saber resolver y de agrupar: eran espacios de resistencia cultural en plena dictadura. Reivindico el trabajo de Donvi (Don Vitale) y de mi madre, la mánager, que no se ocupa sólo de los números: es alguien que propone, que indica dónde hay que ir a tocar o mostrarse. Grinbank, los Patalanos, tienen una gran pasión, más allá de que quieren, como cualquiera, ganar guita. En algunas bandas, como Los Tipitos o Los Piojos, el manager adquiere entidad como uno más de la banda. Es justo. A mi también me empezó a gustar eso de buscar el financiamiento para un proyecto. La imagen del artista total, volado, que baja y crea, se ha condimentado. El músico tiene un roce con la magia. Pero lo terrenal lo puede fortalecer.

Mi viejo, que ahora está más grande, y se ha puesto a trabajar en El Goyete, un espacio donde presentan libros y videos inéditos. No usa Internet, se maneja con cartas, habla personalmente. La invitación es un poco acertijo, la gente no sabe bien a qué va, pero confía. Y va.

Ocho años estuve con Ese amigo del alma por Canal 13. Fue un logro del que mucha gente se acuerda. Aunque me parece que lo hice demasiado tiempo y al final se me desdibujó mi parte como solista, mi música pasó como a un segundo plano. Fue como una sobreexposición. Dejé mucho de componer, tengo una pequeña deuda sobre esto. Ya se verá.

Cuando anduve bien de guita, lo único que hice fue gastar plata en instrumentos. Hoy tengo uno de los pocos estudios con piano en la Argentina. Eso fue algo de los Vitale.

Manolo Juárez me ayudó mucho. Hizo una jugada importante. Yo era plomo suyo, lo ayudaba a llevar el piano. Lo acompañé al programa A solas con El Negro Guerrero Marthineitz, y le dijo: éste pibe es un músico en serio. Y me invitó ese hombre extremo que murió en su ley. No tenía 20 años y había que estar una hora hablando. No sabía qué hacer. Y me dijo: vos tocá y yo hablo. Toqué como una hora como si estuviera en el living de casa. Fue una bisagra en mi vida.

Mis limitaciones como músico es que no soy muy perseverante. Busco una cosa y si no sale, como tengo una cantidad de datos musicales en mi cabeza, hago otra que cumple con un objetivo similar y sale. Pero no deja de ser un yeite. Me falta ese empuje terco que rescato en muchos músicos. Como virtud, no sé, me gusta el segundo plano, me gusta el acompañar. Abrir el juego.

Admiro el trabajo de mis colegas. El Negro Aguirre, Fatorusso, Andrés Beeuwsaert que es un genio, Diego Schissi que es otro capo, un fuera de serie.

La música elaborada me gusta. Pero me tocó hacer algo con Pablo Lescano -hicimos el Himno a Sarmiento en ritmo de cumbia y después me invitó a un show suyo en el Luna Park- y entendí que más que nada me interesa lo genuino, lo verdadero.

Fuentes: Diario Clarín/Carin.Com
Foto: Archivo Clarín

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