Wednesday, November 3, 2010

Sol Gabetta : "La música es el sostén de toda mi familia"

Entrevista: La violonchelista cordobesa. Hoy, casi con 30 años, reside en Suiza. Sus padres y su novio se vinculan con la escena clásica. La infancia, sus relaciones con el mercado, su retorno a Buenos Aires, su consagración. Mañana toca en el Colón el Concierto en mi menor de Elgar.


La violonchelista Sol Gabetta tenía sólo12 años cuando tocó por primera, y única vez, en el Colón, presentada junto a otros prodigios en un concierto que auspiciaba a “Los genios del siglo XXI”. Volverá a ese escenario para presentar el Concierto en Mi menor de Elgar. 

Pasaron casi 20 años desde que se fue de su Córdoba natal para estudiar, primero en España, y luego en Suiza. Aunque está cerca de los 30, conserva el rostro angelical y la alegría contagiosa de la infancia, al punto que resulta difícil entender cómo un espíritu tan jovial pueda interpretar el dramatismo que Elgar volcó en ese concierto, una obra que, se dice, condensa la tragedia de la Primera Guerra.

“Uno de los errores más grandes que puede cometer el intérprete es tratar de meterse dentro del sentimiento del compositor”, afirma segura. 

“Afortunadamente, la música permite que nos pongamos en ambiente a través de la partitura, que es el testamento de su autor. El otro error en el que podemos caer es el de interpretarnos a nosotros mismos. Claro, que el punto de equilibrio no es fácil de encontrar, pero seguir la partitura es el camino. Hay versiones de esta obra que suenan blandamente sentimentales, y me parece que no es eso lo que pide”.

No parece tan sencillo separar sentimentalismo de drama, ¿no? De nuevo, si no se relativizan las indicaciones del autor hay menos posibilidades de caer en el sentimentalismo. Porque me parece que muchas veces en la interpretación interfieren los anhelos de reconocimiento que tiene también el intérprete. Tanto nos dicen que tal cosa vende y que tal otra no vende que es difícil, incluso para músicos ya formados, no traicionarse y buscar el camino más corto en la exageración, en cambiarle el carácter a una obra para alcanzar más público. 

La grabación de Jacqueline Du Pré se convirtió en una versión de referencia. Seguro que conocer su desgraciada muerte tiñe con una intensidad diferente a la versión.

Sí, creo que es así. Ella fue una gran chelista, era virtuosísima y tenía carácter. Eso aparece en la versión y es indiscutible. Pero escuchándola hoy no se puede olvidar que en esa época el gran solista era el virtuoso, el que tenía el sonido más intenso y todo estaba puesto al servicio de esa idea. El foco era el solista. Creo que en eso intervino para bien la revisión de la música barroca, que volvió a poner el foco sobre toda la obra, sobre el conjunto completo. 

Volviendo al tema de la presión que el marketing pone sobre los intérpretes, ¿padeciste eso cuando eras todavía una joven promesa? 

Yo siempre pensé y pienso en que las cosas son lo que son, pero que cada uno puede tener una perspectiva diferente del mismo asunto. De un día para el otro, el que era chef puede convertirse en empleado. Por eso, siempre trato de ponerme en la perspectiva del otro y en ese sentido la visión de una productora me interesa, porque es la mirada de otro que además tiene interés en que mis discos se vendan. Pero también soy consciente de que esa perspectiva es la del que vende. No pierdo de vista que yo, según esa mirada, soy un producto pero que, para mí, yo soy una única persona. Al principio, fue difícil defenderme, pero ahora las cosas son más parejas. 

Hablábamos de ese sonido de solista que aparece en la grabación de Du Pré. ¿Pudiste intercambiar opiniones con los técnicos acerca del tipo de sonido que deseabas

Sí. La comunicación con el técnico es fundamental. Hay algunos que visualizan en general: todo es importante, la orquesta, el solista. En cada grabación uno ve cada parámetro, cada perspectiva. Y hay otros que dicen “triple” de Beethoven, igual a tres solistas. Y a mí me parece que eso arruina la composición. Cuando era más joven tuve alguno que otro que apenas le decía que cambiara algo me decía que lo haría, pero luego no lo modificaba nada. Eso me saca de las casillas. Me parece más honorable alguien que se equivoca, aunque empeore las cosas, que alguien que no hace nada por mejorarlo y me miente. Igual, tengo claro que un disco es una invitación a escuchar música en la sala. La grabación es como una foto de las Bahamas en una revista de viajes; el concierto, la vida en esa playa. 

¿Qué reúne a Elgar, Dvorak, Respighi y Vasks, los cuatro compositores que interpretás en este disco

La primera cosa que tengo para decir es que el repertorio del chelo no tiene la extensión que tiene el del piano. Si uno quiere tomar un compositor o un período, hay que tener amplitud de miras, porque de lo contrario queda bloqueado en un recorrido muy corto. Y entonces, viene la segunda cuestión: hay que acostumbrarse a aceptar transcripciones. Yo no veo ningún problema en eso, pero en Europa todavía hay cierta resistencia a aceptarlas. Acepto las transcripciones porque entiendo que los compositores componían no tanto para un instrumento en particular, sino para el instrumentista de su entorno. Entonces, sin repertorio ni transcripciones, me pareció importante que los compositores formaran parte de un cierto clima y en eso coinciden: ésta no es música de un gran virtuosismo, es más emocional, profunda y triste. 

¿Y la obra del letón Peteris Vasks

Nunca encontraba dónde incluirla y me pareció que aquí funcionaría. Creo hay una comunión en el tipo de lenguaje, más allá de la modernidad que puede implicar la música de Vasks, tiene con Elgar una sensibilidad en común. 

Esa obra permite disfrutar de tu voz. ¿Te gusta cantar en público

Es el instrumento el que canta. Pero, sí, siempre me gustó cantar. Cuando era chica no jugaba a ser ama de casa con las Barbies, sino que armaba coros con mis Pini Pons. Formé mi primer coro a los cuatro años. Los del pelo rojo eran las tenores, los del verde era los bajos. Yo los dirigía. Quería mis Pini Pons para hacer obras corales grandiosas. Así que haber encontrado un Vasks que me permita cantar es un milagro.

Al conocer tu vida, el cuadro no resulta extraño: todos músicos, menos el padre, que se dedicaba a llevar la economía de la casa. 

La música fue importante y ahora es un vínculo primordial para toda la familia. Que hoy mi madre esté llegando de Europa para escucharme habla de lo importante que es todo esto para nosotros. Hoy apenas llegué del aeropuerto, cuando pisé la alfombra del Hotel Alvear, recordé el día en que Rostropovich me recibió aquí para darme una clase. El hotel era para mí algo imponente, como el Taj Mahal. Ya en ese momento todo iba por el camino de la música pero, claro, yo no era consciente. Tal vez mi madre lo sabía, pero yo no. Y hoy la música es el sostén de toda mi familia. 

Y tu novio, ¿cómo se lleva con tu actividad

Además de ser un gran chelista, mi novio es un manager muy buscado. Cuando estamos de gira, él trata de tocar en la orquesta para estar juntos. 

El también se ocupa del Festival Solsberg en Suiza. Es todo un visionario.
De algún modo, reproducen la pareja de tus padres.

Sí, más vale no entrar en ese tema, pero podemos decir que he resuelto el Edipo.

Fuente: Clarin.Com
Foto: Archivo

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