La explosiva propuesta de Goran Bregovic cerró festivamente la primera jornada del Festival de Otoño que tuvo por sede al coqueto Buenos Aires Lawn Tennis Club en que también descollaron la portuguesa Misia y el litoraleño Chango Spasiuk.
En el marco de una variada grilla que se fue demorando y que alteró su orden previsto –The Klezmatics actuó en segundo turno en lugar de prologar a Bregovic-, el encuentro plasmó su prometida propuesta diversa y multicultural.
La afluencia de público, a contrapelo del menú ofrecido, se fue multiplicando con el correr de las horas y pareció orientada a hacer foco en la impronta balcánica del bosnio que le puso las mejores músicas al cine del serbio Emir Kusturica.
Por eso, casi nadie se enteró del klezmer pesado de los israelíes de Boom Pam que saltaron a escena a alrededor de las 19 y pocos más disfrutaron del segundo plato klezmer cocinado con matices –desde festivos a románticos y casi espirituales- de los reconocidos neoyorquinos The Klezmatics.
Con casi la totalidad del público combatiendo el fresco reinante en los puestos de comida –donde podían adquirirse desde panchos hasta sushi- instalados en las afueras del court donde se montó el escenario, el misionero Chango Spasiuk abrió su set a las 20.45 y fue atrayendo la atención a fuerza de una musicalidad mágica.
Sentado en medio de su impecable sexteto en que conviven el poderío de las percusiones, el brillo de las cuerdas de un violín y un cello y la claridad de las guitarras, el acoredeonista entregó un espectáculo memorable.
"Rodeado de otras músicas del mundo, el chamamé tiene su belleza, su historia y su fuerza para mostrar dentro de una diversidad que es más un tesoro que un problema", comentó Chango cerca del cierre de una actuación que permitió la danza de una decena de jóvenes a la derecha del tablado y que tuvo a la audiencia en vilo.
El impecable sonido ayudó a exhibir los audaces matices ideados por Spasiuk y estupendamente abordados por un conjunto capaz de la sutileza y también de la explosión.
Toda la salvaje intimidad bosquejada por el argentino fue resignificada por la portuguesa Misia que a partir de su flamante álbum doble "Rúas" y tal como había anunciado a Télam, dividió su concierto en "dos partes radicalmente distintas".
Sin negociar la teatralidad de su estética, la intérprete dedicó el primer tramo de su show a abordar el fado (un género portuario al que recuperó y potenció) y para el segundo segmento, vestida como turista y sumando el protagonismo del guitarrista belga Jeffrey Burton (que también integra la banda de Iggy Pop), hizo pasar por su cuerpo canciones turcas, inglesas y napolitanas.
El cálido cierre reunió la trágica ranchera "Fallaste corazón" que tomó de Chavela Vargas, el tango "Naranjo en flor" y, a pedido de la insistente platea, el popular fado "Lágrima".
La austera puesta –con pocas y estáticas luces de escena y ninguna pantalla- no impidió, ya llegada la medianoche, que el esperado desembarco de Bregovic generara un clima poderoso que reunió a todos los espectadores en la parte baja del predio.
El creador de las bandas sonoras de filmes como "Tiempo de gitanos" y "Underground", se calzó la guitarra y comandó esa aplanadora que es la Wedding and Funeral Band.
Con las raíces puestas en los Balcanes y unas alas que viajan hasta el rock y la cumbia, el creador entregó un concierto febril a gusto de la gente que encontró lo que había ido a escuchar.
En la continuidad del Festival de Otoño, ayer en La Trastienda se presentaron Zaza Forunier y El Arcángel; el lunes 19 actuará The Klezmatics, el martes 20 llegará el murguero uruguayo Tabaré Cardoso; el miércoles 21 será el turno del grupo francés Tryo; y los días 22 y 23 serán para el dúo de la cantante portuguesa María Joao y el pianista Mario Laginha.
La propuesta se trasladará luego al teatro Coliseo donde en las noches del 24 y 25 sonarán los Celtic Legends y se rematará el jueves 29 con el concierto tanguero del flamenco Diego El Cigala en el Gran Rex.
La afluencia de público, a contrapelo del menú ofrecido, se fue multiplicando con el correr de las horas y pareció orientada a hacer foco en la impronta balcánica del bosnio que le puso las mejores músicas al cine del serbio Emir Kusturica.
Por eso, casi nadie se enteró del klezmer pesado de los israelíes de Boom Pam que saltaron a escena a alrededor de las 19 y pocos más disfrutaron del segundo plato klezmer cocinado con matices –desde festivos a románticos y casi espirituales- de los reconocidos neoyorquinos The Klezmatics.
Con casi la totalidad del público combatiendo el fresco reinante en los puestos de comida –donde podían adquirirse desde panchos hasta sushi- instalados en las afueras del court donde se montó el escenario, el misionero Chango Spasiuk abrió su set a las 20.45 y fue atrayendo la atención a fuerza de una musicalidad mágica.
Sentado en medio de su impecable sexteto en que conviven el poderío de las percusiones, el brillo de las cuerdas de un violín y un cello y la claridad de las guitarras, el acoredeonista entregó un espectáculo memorable.
"Rodeado de otras músicas del mundo, el chamamé tiene su belleza, su historia y su fuerza para mostrar dentro de una diversidad que es más un tesoro que un problema", comentó Chango cerca del cierre de una actuación que permitió la danza de una decena de jóvenes a la derecha del tablado y que tuvo a la audiencia en vilo.
El impecable sonido ayudó a exhibir los audaces matices ideados por Spasiuk y estupendamente abordados por un conjunto capaz de la sutileza y también de la explosión.
Toda la salvaje intimidad bosquejada por el argentino fue resignificada por la portuguesa Misia que a partir de su flamante álbum doble "Rúas" y tal como había anunciado a Télam, dividió su concierto en "dos partes radicalmente distintas".
Sin negociar la teatralidad de su estética, la intérprete dedicó el primer tramo de su show a abordar el fado (un género portuario al que recuperó y potenció) y para el segundo segmento, vestida como turista y sumando el protagonismo del guitarrista belga Jeffrey Burton (que también integra la banda de Iggy Pop), hizo pasar por su cuerpo canciones turcas, inglesas y napolitanas.
El cálido cierre reunió la trágica ranchera "Fallaste corazón" que tomó de Chavela Vargas, el tango "Naranjo en flor" y, a pedido de la insistente platea, el popular fado "Lágrima".
La austera puesta –con pocas y estáticas luces de escena y ninguna pantalla- no impidió, ya llegada la medianoche, que el esperado desembarco de Bregovic generara un clima poderoso que reunió a todos los espectadores en la parte baja del predio.
El creador de las bandas sonoras de filmes como "Tiempo de gitanos" y "Underground", se calzó la guitarra y comandó esa aplanadora que es la Wedding and Funeral Band.
Con las raíces puestas en los Balcanes y unas alas que viajan hasta el rock y la cumbia, el creador entregó un concierto febril a gusto de la gente que encontró lo que había ido a escuchar.
En la continuidad del Festival de Otoño, ayer en La Trastienda se presentaron Zaza Forunier y El Arcángel; el lunes 19 actuará The Klezmatics, el martes 20 llegará el murguero uruguayo Tabaré Cardoso; el miércoles 21 será el turno del grupo francés Tryo; y los días 22 y 23 serán para el dúo de la cantante portuguesa María Joao y el pianista Mario Laginha.
La propuesta se trasladará luego al teatro Coliseo donde en las noches del 24 y 25 sonarán los Celtic Legends y se rematará el jueves 29 con el concierto tanguero del flamenco Diego El Cigala en el Gran Rex.
Por Sergio Arboleya.
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