Wednesday, December 9, 2009

TENDENCIA

Una noche en Esperanto


La patria nocturna de las botineras seduce a miles de ignotos ansiosos por su pasaporte a la fama. Ricardo Fort gasta unos 11 mil pesos que lo acreditan hasta para echar a Guillermo Coppola del VIP y los mediáticos reciben trato de celebridad. Códigos del templo del show off.

Punto uno: Esperanto atrasa. Su estética, sus habitués, su calor y su color remiten en forma directa a los noventa, épocas de ostentación full time, de cama solar color mostaza, siliconas a punto de explotar, raros peinados nuevos y abrazos multicolores. Punto dos: Esperanto puede transportarte a la fama. Lo saben los cientos de ignotos que pugnan por posar frente a su banner, también esa chica exuberante y de escote hasta el ombligo que espera a que los famosos abandonen la zona de flashes para posar ella misma frente a la publicidad desierta con la cámara pocket de su amiga. Causa ternura la escena: nadies que luchan por la foto, que se esperanzan con el pasaje a la fama exprés. Saben que es posible. Punto tres: en Esperanto la amistad es un valor que se aprecia.


“Quiero presentar a un gran amigo, gran amigo, amigazo. Lo conozco desde hace un año, pero es un gran amigo”. Leandro Travaglio, alma máter del lugar y padre de la criatura, presentó de esa manera a Coco Silly, quien subió a la tarima a recibir su premio “Código Esperanto”, un gatito cincelado, símbolo que conmemora el aniversario 13 de la emblemática disco porteña.


Mientras tanto, el reducto para pocos rebosaba de personajes estelares como Martín Ciccioli, Hernán Caire, Adrián “Facha” Martel, Natacha Jaitt, Cinthia Fernández, Andrea Estévez, Daniel Casalnuovo, Juan Yacuzzi, Marixa Balli, Joe Fernández y el mago Pablo Cabaleiro, conocido como “El Mago sin dientes” a causa del episodio pugilístico con Ricky Maravilla. Ellos son los modelos a seguir por la masa, los envidiados que pueden pertenecer y tomar champagne acodados en los sillones de la aristocracia nocturna del VIP.  Uno de los motivos por el cual Esperanto adquirió notoriedad mediática fue por la presencia de futbolistas y su extensión, las botineras. En homenaje al gremio celebraron y recibieron premio los ex jugadores Diego Díaz y Aldo Osorio, y el actual jugador de Insituto de Córdoba, Román Díaz. Los anónimos de ocasión matan y mueren por sacarse una foto con cualquiera de ellos.  

Pero sobre todo con el rey del boliche, el millonario mediático Ricardo Fort, un personaje aparte en la fauna de Esperanto. Acompañado de su nueva novia y rodeado por cinco guardaespaldas trajeados, el musculado descendiente de la chocolatería es el monarca en esta tierra de noctámbulos, un título que ostenta a fuerza de gastar plata. Se dice que el hombre de la quijada cuadrada gasta no menos de 11 mil pesos por noche en diversión. Lo aman y lo veneran. De esa manera queda claro por qué se dio el lujo hasta de echar al mismo Guillermo Coppola, o a la versión nocturna del canoso, quien llegó acompañado de quince amigos y, como el VIP aún estaba cerrado, salió disparado a toda velocidad por la puerta, no sin antes discutir de manera ríspida con Fort, sin dudas un imán para los habitués de esta noche especial. “Es una extensión del living de mi casa y estoy pensando en construirme un departamentito allá atrás para no irme nunca”, declaró cuando recibió su gato conmemorativo. Las hordas deliraron con su discurso. Ellos quieren ser él. Y mucho más si Travaglio, el dueño, le otorga un premio a Gabriel, cuyo mayor mérito es “ser un gran tomador de Dom Pérignon”. Claro, cada botella cuesta 1.500 pesos. Aplausos para el tal Gabriel entonces, que cumple con la normativa de pertenecer al selecto club. Gasta plata, busca fama y serás famoso.  

Por Mauro Fulco
mfulco@revista7dias.com
Foto: Luciana Granovsky.

Fuente: Revista 7Días.
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