Un repaso histórico, antes de su show de este viernes en La Trastienda en el que Jorge Serrano presentará su disco solista.
01-Corazón (Mi vida loca)
Hacía ratito que los Auténticos Decadentes y su milagro argentino (que viene siendo la pluma de Jorge Serrano) ya habían sacado (y bebido) su corona de reyes de la canción. Pero, si un tema, uno como Corazón, logra sobresalir en un discazo como Mi vida loca (fácilmente, el mejor disco argentino de los últimos 25 años) es porque acá esta pasando algo serio. Aquella veta tropical ya picada por los Decadentes encuentra en Corazón su mina de oro (esa que siempre busca Serrano) y, novedad y nuevo milagro argentino, cualquiera puede cantar: la coreografía en Bariloche, la prima que escucha la Cien, el que en el Rivadavia compraba discos de Can, el abuelo que todavía protesta contra Piazzolla. "Yo no se lo que me pasa cuando estoy con vos", canta Serrano, y dan ganas de agitar el brazo, los prejuicios y, como nunca, el corazón. Es hora, señores del Ministerio de Cultura: Corazón merece ser himno nacional, ¿Qué mejor forma de empezar el día que escuchando Corazón?
02-La guitarra (Mi vida loca)
Bueno, bueno, buenooooo: el manifiesto Decadente hecho pogo, por excelencia y por decadencia. Ahí, en esa mezcla molotov entre la sinceridad conmovedora y futurista ("Yo no quería una vida normal / No me gustaban los horarios de oficina": a los 15, era euforia, a los casi 30 y llegando tarde al laburo esa letra duele un poco más) y la adrenalina quinceañera, ahí late ese corazón auténticamente decadente (otra vez). "Y tuve una revelación / Ya se que quiero en esta vida / Voy a seguir mi vocación / Será la música mi techo y mi comida": lo que no esperaba Cucho era que La guitarra se convirtiera en el techo y la comida que supera, en épica y en latidos, al comfort y lujo al cual le escapaba en la canción. "Quiero tocar la guitarra todo el día / Y que la gente se enamore de mi voz." Seguía Cucho, y, deseo concedido, no quedo otra, había que enamorarse de esa garganta de lata.
03-Un osito de peluche de Taiwán (Sigue tu camino)
Otra vez Serrano transformando elementos de bazar, de todo por 2 pesos, en una alquimia que solo es gema, auténtica, cuando es de cabotaje: ¿En qué otro chauvinismo "Un osito de peluche de Taiwán / Una cáscara de nuez en el mar / Suavecito como alfombra de piel / Delicioso como el dulce de leche" adquiere ese valor agregado por la capacidad de Serrano de citar imaginarios que parecen universales si no fuera por que los sentimos tan propios? Serrano lo hace otra vez: el paso seguro, el de la canción despuntando en himno (¡esos vientos!), intentando contener a ese Godzilla de peluche que son sus letras, esas que donde pisan (sea la playa, sea un telo, sea un asado, sea un supermercado) son capaces de generar, después de todo, sonidos superhumanos.
04- No puedo (Hoy trasnoche)
Cucho y Serrano en retirada, saliendo de la fiesta -la que inventaron ellos- por la ventana, y, como siempre, tirándose al vacío: "Suponía que tenía controlada la emoción / Pero soy como una nena en camisón": primera mentira Deca en mucho tiempo. Al final, tanta alegría seguida no iba a hacernos ni una onza de mal. Obvio, se respira resaca, se respiran años de caravana, pero se exhala sabiduría garantizada, se exhalan huracanes que pasan por encima de cualquier lectura coyuntural (piensen, "Hoy trasnoche" sale en ese 2000 donde nos contaban nueve en la lona) y terminan girando, en 180 grados, cualquier decadencia presente, pasada y futura.
05-Los piratas (Cualquiera puede cantar)
"Sooooomos los piratas" cantan, con olor a boite, los Decadentes. Y sí, ellos son los bucaneros de la música argentina, los que sabotearon ritmos genéricos (wawancó, el beat, el timbal cumbiero, la trompeta a la Raval: lo que de) y transformar el cofre ajeno en tesoro de la Nación (ya lo dice el mismo video de "Los piratas": desde Andrés Calamaro a Lía Crucet, no hay bocha que no pueda clavarse en el ángulo). Y mientras, afiebrada, tensa, hedonista, conciente de que siempre hay otra historia en cada canción, los piratas sigue su camino, contra viento y marea, esperando algún día donde otro corsario logre darle un nuevo valor.
06-Loco (Tu forma de ser) (El milagro argentino)
Cuando a Serrano le pega, le pega como a nadie. Sea el chupi y la letra que parece tallada a cuchillo en la mesa de un bar (ese al que va siempre, y lo dejan hacer esas cosas), sea la mujer esa que lo volvió loco (su forma de ser) o sean las ganas de mutar ritmos que parecían anquilosados -esos vientos- en energía fundada en el movimiento (del corazón, obvio). "Me tiraste un pingüino / Me tiraste un sifón / y estallaron los vidrios de mi corazón", un tango camuflado, Edmundo Rivero vestido de camisa floreada, que conmueve hasta a la uña del dedo gordo. "Tu egoísmo y tu soledad / son estrellas en la noche de la mediocridad", y así, como si pudiera escribirse y explicar cualquier sentimiento, Serrano entiende por qué a veces lo que nos duele nos hace sentir más vivos.
07-El gran señor (Cualquiera puede cantar)
Como dice el usuario warioflow21 en el link de Youtube: "Para todas las yeguas! Manso tema!" Y si, warito, "manso" es el adjetivo: ni el repique duro de "Loco (Tu forma de ser)" ni el amor en forma de epifanía litoral de Corazón, el desamor adquiere en Cualquiera puede cantar una forma tan nueva como bailable. Dos pasitos cumbieros al costado (de ese amor que lo torturó y al que le canta "Desde que no tengo que cuidar tu cariño / Oír tus caprichos / Ya no sufro tanto") y listo. La tristeza del amor que no fue esta ahí, obvio, golpeando en cada timbal y bongo, pero, diría warito, manso, amigo. Nada de caballo cansado, nada de caballo regalado: un purasangre hecho de tropicalia y amores que ya no nos hacen sufrir tanto.
08-Diosa (Mi vida loca)
"Nena, tan linda como una sirena / Con la cola llena de arena / y perfumada por la sal": el Serrano flirteando es un tsunami, uno litoraleño, que pasa por encima cualquier uso y abuso de la lengua castellana. El lugar común desvencijado y culto en automático, el lujo conciente de gritar "La cumbia es una masa", lo que sea: Serrano es todo lo contrario. Serrano cuando enamorado es Diego contra lo ingleses: despunta, se corta solo, piensa en dar un pase, no se olvida de sus compañeros, y aun así define, como nunca nadie lo hizo, como si él hubiera inventado ese deporte (el de encandilarse con un "milagro de la creación"). Así de redonda, así de playa, así de enamorada es Diosa, otras de las mareas altas, altísimas, de Mi vida loca.
09-Gente que no (Con Todos tus muertos)
Cualquier tema puede cambiar una vida, eso depende de cada quien. Pero hay temas que inclinan la balanza un poco más fuerte: Gente que no te grita en la jeta, de forma sincera, transformando esa decadencia hedonista en lo mismo pero más Mr. Hyde, más in your face. En combinación con Todos tus muertos, los Decadentes mutan la euforia en ira contra todos los males de este mundo haciendo lista y tachando roles y esas cosas que son noticia en el informe de día: "¿Y vos quién sos?". Y siguen "No quiero que me llenen la cabeza con mierda", como cuando de fiesta, los Decadentes urgentes golpean directo a un nervio primario "¿Qué carajo vas a hacer con vos?". Ellos ya lo saben, se la jugaron y saben pueden marcar con el dedo quiénes son esa gente que no. Después solo quedaba festejarlo.
10-Amor dorado (Supersónico)
El tema que el colectivo Decadente lleva en la guantera, ese que uno se olvida esta ahí pero cuando lo saca salva el día. Serrano demuestra que, mal que le pese a Rodrigo, cuando tiene ganas de contar una historia, de esas que de extraordinarias no tienen nada, de esas que son chismes de peluquería, nadie puede con su cinturón (jamás de seguridad) negro. Balada cansada, adicta, en bata: "Reina millonaria y aburrida, / te gusta ser juguete de tu historia. / Dame plata, me llevo el auto, / toma un whisky, toma un valium. / Esperame en la piscina / que vuelvo con el papel.". Otra vez, Serrano lo hizo, el amor puede ser un negocio raro pero él lo hace moneda gastada, capaz de entrar en la cartera de la dama y el bolsillo del caballero. Bah, de cualquiera que pueda cantar.
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