El Polaco Roberto Emilio Goyeneche fue, claro, un tipo humilde que laburó como tachero y colectivero antes de transformarse en el cantor de Buenos Aires que todos recordamos. La postal memorable que me viene a la mente cada vez que se lo nombra forma parte del relato de un amigo, vecino de Saavedra: cuando era pibe, El Polaco lo invitaba a su casa a comer naranjas y mirar La pantera rosa. Quizás esta conforme otra de las razones para pensarlo como el hombre de barrio que supo ser, el fanático enloquecido del Club Atlético Platense.
Desde sus inicios con Raúl Kaplún, pasando por su constitución como la voz de la orquesta de Aníbal Troilo hasta la colaboración con el quinteto de Ástor Piazzolla, El Polaco marcó territorio: con su inigualable estilo, esa forma de relatar con pasión, de "decir" la poesía musical, de trovar y gesticular desgarrándose y desgarrando todo a su paso, se convirtió en una de los personajes más míticos de nuestra cultura criolla.
No podemos no amarlo.
Tres clásicos, para recordarlo e indagar todo el fin de semana en su discografía.
"Naranjo en flor"
"La última curda"
"Che bandoneón"
Autor: Yamila Trautman.
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