"El nombre de Heróstratos no le parecía comparable a ningún otro, lo mismo que su propia persona le parecía superior a toda la humanidad. Deseaba la gloria". (Eróstrato: incendario - Marcel Schwob)
Que el síndrome o el complejo de Eróstrato (esa necesidad de inmortalidad, de trascendencia más por el camino de la destrucción que por el de la creación que Sartre supo plasmar en su cuento homónimo y también Pessoa pero aquí no nos importa o sí, pero no hay tiempo) nos afecta a todos, en mayor o en menor medida, es una realidad fáctica.
Somos humanos, somos efímeros, queremos gloria y reconocimiento.
Queremos ser nombrados, ser recordados.
Queremos que nuestra memoria sobreviva a la degradación física, consecuencia indefectible y fatal de nuestra contingencia.
Tenemos miedo al olvido, a no dejar rastro y simplemente desaparecer.
Y lo peor de hacernos concientes de esta debilidad algo trágica es que sabemos que es difícil, que sólo unos pocos lo logran con absoluto merecimiento y algunos otros careciendo de cualquier tipo mérito.
Así es la vida, y así es la muerte, no nos queda otra.
Mark David Chapman, como muchos de nosotros, supuraba necesidad de ser inmortal.
Y lo logró de manera triste.
Pero John Lennon ya era inmortal y no sólo como un nombre o un icono sino como creación, como concreción o materialización de su legado en cientos de canciones y discos.
El nueve de octubre de este año se cumplirían setenta años de su nacimiento y se cumplirán, en diciembre, treinta de su asesinato: el lanzamiento de sus obras remasterizadas (que vendrán en una súper mega caja con rarezas y singles inéditos) será la forma en que el mundo? especialmente el fetichista - vuelva a recordarlo.
Les dejo "Watching the Wheels", mi tema favorito y les pregunto por el suyo. (¿Me puse muy seria? ¿Qué pasó?)
Autor: Yamila Trautman.
Que el síndrome o el complejo de Eróstrato (esa necesidad de inmortalidad, de trascendencia más por el camino de la destrucción que por el de la creación que Sartre supo plasmar en su cuento homónimo y también Pessoa pero aquí no nos importa o sí, pero no hay tiempo) nos afecta a todos, en mayor o en menor medida, es una realidad fáctica.
Somos humanos, somos efímeros, queremos gloria y reconocimiento.
Queremos ser nombrados, ser recordados.
Queremos que nuestra memoria sobreviva a la degradación física, consecuencia indefectible y fatal de nuestra contingencia.
Tenemos miedo al olvido, a no dejar rastro y simplemente desaparecer.
Y lo peor de hacernos concientes de esta debilidad algo trágica es que sabemos que es difícil, que sólo unos pocos lo logran con absoluto merecimiento y algunos otros careciendo de cualquier tipo mérito.
Así es la vida, y así es la muerte, no nos queda otra.
Mark David Chapman, como muchos de nosotros, supuraba necesidad de ser inmortal.
Y lo logró de manera triste.
Pero John Lennon ya era inmortal y no sólo como un nombre o un icono sino como creación, como concreción o materialización de su legado en cientos de canciones y discos.
El nueve de octubre de este año se cumplirían setenta años de su nacimiento y se cumplirán, en diciembre, treinta de su asesinato: el lanzamiento de sus obras remasterizadas (que vendrán en una súper mega caja con rarezas y singles inéditos) será la forma en que el mundo? especialmente el fetichista - vuelva a recordarlo.
Les dejo "Watching the Wheels", mi tema favorito y les pregunto por el suyo. (¿Me puse muy seria? ¿Qué pasó?)
Autor: Yamila Trautman.
Publicado en el Blog HOT TRACKS: El Tema Nuestro De Cada Día.
Fuente: Revista Rolling Stone de Argentina.
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