Sunday, April 10, 2011

John Fogerty: Música para la Harley Davidson

Primera gira sudamericana del legendario líder de Creedence. El 13 de mayo es el turno del Luna Park. La posibilidad de econtrarse en vivo con todas esas canciones que se convirtieron en himnos de un extraño sueño de libertad.


John Fogerty es Creedence Clearwater Revival. En el mundo, incluido Estados Unidos, por supuesto. Allí, pese a lo juicios de autorías y demás, sólo volvió a ser lo que había sido cuando retomó temas de la gloriosa banda. Un fenómeno extraño (bah, como todo fenómeno) asociado a una idea de libertad, la de un época.

Formados al calor californiano, que no sólo dependía del sol, sino de la ebullición artística y social que arrasó con sus quehaceres en la segunda mitad de los sesenta, los Creedence vieron interrumpido su lanzamiento porque John Fogerty y Doug Clifford fueron enrolados en el servicio militar en 1966. En pleno crecimiento de la guerra de Vietnam. Mientras Muhamad Alí y otros menos conocidos se negaban a cumplirlo, ellos postergaban sus sueños por el ejercicio del deber. Extraño para un sueño de libertad. Sin embargo la gran masa de jóvenes que en el mundo pronto adherirían a su estilo musical, hacían lo mismo. El radicalismo no formaba parte de su cuestionamiento social del radicalismo.

Tal vez haya ahí una de las razones de tanta simpatía. Desde su sencillez musical representaban la idea de que se podía ser distinto sin poner en peligro el pellejo. Hijos de la clase media trabajadora (como define uno de sus máximos admiradores locales, el sociólogo Artemio López, que tituló su blog Ramble Tamble en homenaje a los californianos) sabían bien los riesgos que implicaba las posiciones drásticas. Lo cual no les restó osadía. Como también bien dice López, rompieron con el movimiento psicodélico de San Francisco. En esa elección por el rocanrol primitivo que por supuesto tiene grandes dosis de música country, los Creedence encontraron la forma de darle voz a los que la sofisticación y la experimentación con drogas dejaba al lado del camino.

Con esa música, le dieron un nuevo lustre al sueño americano: andar de aquí para allá livianos de equipaje, lo que también los alejaba de la idea hippie de la vida en comunidad, pero sedentaria. Nómades dentro de un territorio.  Extraño también para un sueño de libertad.

Sin embargo los Creedence eran muy trabajadores. Entre 1968 y 1972 grabaron siete discos. Prácticamente se la pasaban grabando y de gira. Como si lo suyo fuera oponerse a los cánones y berretines de la época. Poco aprovecharon las veleidades que puede dar la popularidad. Pero cumplieron con casi todos sus requisitos. 

Quizás de esas extrañezas resulten también su extraño final. En apariencia tan sólidos, la formación no resistió el paso del tiempo y los problemas que conlleva. Pese a ser distintos, respondieron a la lógica de su época, en la que cada una de las grandes bandas configuró un derrotero poco predecible. Los Stones parecían siempre a punto de estallar; los Beatles no pudieron resistir su propio sueño, que como todo sueño parece eterno; Zeppelin decidió finalizar su vida cuando John Bonham, su baterista, murió. Lo mismo sucedió con los Doors a la muerte de Jim Morrison. Los Creedence parecían monolíticos. Y sin embargo implosionaron por problemas de personalismo. Cuenta la historia que ante el excesivo trabajo John Fogerty se hizo amo y señor del grupo, tanto artística como comercialmente. Para la grabación de Cosmo's Factory (quinto álbum, 1970), sus pares reclamaron democratización. A Fogerty (John, no a su hermano mayor, Tom) le pareció poco atinado. Argumentó que eso acabaría con el éxito de la banda. Paradójicamente, John tenía razón. La banda entró en decadencia. Como otras experiencias de otra índole de la época, sufrieron el dicho de que el camino al infierno está plagado de buenas intenciones.

A mediados de los ochenta Fogerty retomó el camino del éxito con Centerfield. Pero el mundo ya era otro. Uno que había empezado a extrañar por siempre la película que había visto una vez. Y entonces, en esa melancolía, la música que con los Creedence había pergeñado Fogerty, resultaría inmortal. Canciones como Have You Ever Seen the Rain?, la misma Ramble Tamble, Suzie Q, Fortunate Son, Who'll Stop The Rain, todas entrañables, como la grandiosa Proude Mary, quedaron en la memoria como símbolos de una época inigualable. La que todos soñaban con subirse a una Harley Davidson para nunca más volver a casa.

Por Jorge Belaunzarán
Fuente: Asterisco.

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